viernes, 18 de abril de 2008

CINE Y MAS..


Si bien parece un joven estudiante de cine, en jeans y zapatillas, Diego Trerotola es mucho más que eso. En principio, no es estudiante, sino profesional y muy entendido del cine. Pero lo que lo trae a esta nota es su tarea de programador del Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI). Trerotola conversó con Lo dejo a tu criterio acerca de esta décima edición del certamen.

¿Qué cambios hay en esta oportunidad en el BAFICI?
El festival ya hace unos años está con un perfil muy preciso. Creo que este año lo que se hizo fue mantener y profundizar ese perfil con búsquedas más claras, más asentadas. Tener un perfil quiere decir buscar la novedad, sin dejar de lado la esencia.

¿Y en cuanto al equipo que compone el BAFICI?
El equipo es más o menos el mismo, de manera que los cambios no son grandes, varían algunos nombres, pero también hay otros que se mantienen porque ya son parte de la historia del BAFICI. Y estos diez años significan mostrar la historia, sostenerla y transformarla mediante la novedad. Parte de la identidad está en la historia, pero también en los cambios y en recuperar algunos nombres que el público viene siguiendo gracias al BAFICI. Eso lo pudimos lograr.

Cuando hablás de novedad ¿te referís a innovar con filmes de distintos orígenes?
La idea es expansiva. Nace del principio de no traer películas tradicionales. La historia del BAFICI no es tradicional en sí misma, entonces lo que hace es recuperar parte de esa historia y llenar huecos. Eso se realiza todos los años, se descubren nuevos directores y, al mismo tiempo, hay ciertos autores que se pueden pensar como tradicionales como el caso de Béla Tarr, otros menores como Stephen Dwoskin, que ya mostraron algunas películas otros años. Uno podría decir que Guy Maddin y Béla Tarr son realmente los directores que pueden tener una trayectoria larga en el BAFICI, pero Dwoskin no. Hay diferentes capas y diferentes niveles de novedades y de tradiciones. También está el descubrimiento absoluto.

¿A qué le llamás descubrimiento absoluto?
Por ejemplo, el año pasado fue novedad el cine filipino y este año ya no lo es tanto, pero sigue viniendo porque continúa produciendo cosas nuevas. El día que el cine filipino ya esté muy estancado no lo programaremos. Y así es como se va jugando esto. Pero siempre tiene que ver con el mapa y la producción mundial. Esta vez no hay mucho cine coreano porque su producción no es tan interesante como otros años. Entonces también depende del mapa internacional y de la calidad que éste demuestre. El BAFICI se va haciendo sobre la marcha y dependiendo de muchos factores externos, incluso de nosotros que programamos. Tenemos que garantizar ciertas cosas, pero hay otras que van variando y eso es muy personal.

¿Creés que el cambio de gobierno influyó en algún sentido al festival?
Quizás por primera vez hubo una clara continuidad y pudimos trabajar con plena libertad. Eso es muy importante. Antes hubo problemas con los cambios de gobierno, pero éste tiene la idea de independizar al BAFICI, que no esté subordinado a los vaivenes políticos, sino que tenga una estructura más o menos autónoma, autorregulada y que pueda funcionar más allá de cualquier conflicto y eso sería un cambio fundamental que hace mucho venimos reclamando.